Una de mis compis de padel, Laura me regaló haces unos días unas flores de calabacín de su propio huerto. Las probé una vez en un restaurante y desde entonces he querido cocinarlas. Gracias a Laura se ha hecho realidad uno de mis “sueños culinarios”. Lave y seque las flores, en una web ponía que había que quitar el rabito, yo lo deje todo porque me resultaba mucho más fácil. Era domingo y lo único que había en casa de mis padres eran champiñones y queso. Lave bien los champiñones y los saltee en una sartén, cuando ya estaban bien dorados añadí un chorrito de nata liquida y los trozos de queso que fui recopilando por la nevera, manchego tierno, emmenthal, gouda… literalmente puse lo que encontré. Cuando el queso ya estaba bien derretido y junto con los champiñones formaba una cremita espesa, apagué el fuego. En un bol preparé la tempura. La tempura la preparé con cerveza y harina. Revolví todo bien hasta conseguir la masa adecuada, sin grum